Soneto 242. DESIERTO SÓLO PARA DOS
(A mi amigo y compañero de teatro Manu Herrera González
y a su pareja Fatim Ligioiz, en sus días de expedición al desierto.)
(A mi amigo y compañero de teatro Manu Herrera González
y a su pareja Fatim Ligioiz, en sus días de expedición al desierto.)
Quienes nos miran desde atrás perciben
solamente los ecos de un desierto
y no pueden oler con tanto acierto
el aire que nuestras almas reciben.
En las dunas de arena nunca escriben
los poetas; no hay un telón abierto
para los actores; no hay un concierto
cada noche y ni las copas prescriben.
Volumen de oxígeno concentrado
y respeto natural, sin medida,
que irradiamos de un acalorado sol.
Espacio que es despacio contemplado
en un rincón que nos llena de vida
y que es un desierto sólo para dos.
En las dunas de arena nunca escriben
los poetas; no hay un telón abierto
para los actores; no hay un concierto
cada noche y ni las copas prescriben.
Volumen de oxígeno concentrado
y respeto natural, sin medida,
que irradiamos de un acalorado sol.
Espacio que es despacio contemplado
en un rincón que nos llena de vida
y que es un desierto sólo para dos.
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