Soneto 266. PASILLOS SIN DESCANSO
Cuando cerramos los ojos, soñamos
con el vergel de una vida distinta
y otro universo la mente nos pinta
en la misma dirección que remamos.
La alegría que en el sueño encontramos,
- connatural revolución extinta-,
no es magia - corazón que se precinta -,
sino éxtasis de amor que enarbolamos.
A cada enjundia de condecorados
besos, la arremetemos contra todos
en pasillos sin descanso... y follamos.
A la inmundicia de los sofocados
gestos, la embalamos en los recodos
de riberas sin remanso... y volamos.
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