Soneto 244. DIEZ DE AGOSTO (II)
... Y es así como pudo empezar todo:
<< lienzos al descanso de un caballete,
pinceles cogidos en ramillete,
pinturas superpuestas de algún modo,
besos de colores - codo con codo -,
atajos de amor sin ningún grillete,
nada de dolor ni nada que inquiete >>.
A veces, con lo abstracto, me incomodo.
Pero no hay nada como un diez de agosto
para aliviar los pesares pasados
e iniciarse en la senda de otra vida;
no hay nada tan sutil ni es tan angosto
como desatar los dedos cansados
del ángel de la guarda,... el que me cuida.
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