Soneto 276. SUS MANOS
Como a un cero a la izquierda me da trato.
Si no sabe algo de mí, se lo inventa
y, sin piedad, me canta las cuarenta
cuando le busca los tres pies al gato.
Sigue, en sus treces, dándome arrebato,
en la frenética cama que revienta
con la bondad mística que acrecienta
el trémulo sonido de un zapato.
A veces sus manos hacen caricias
que embadurnan mi piel con su dulzura
y a todos mis males da sepultura.
A veces sus manos son las delicias
que injertan en mis células frescura
y esculpen bajo mi piel su hermosura.
Si no sabe algo de mí, se lo inventa
y, sin piedad, me canta las cuarenta
cuando le busca los tres pies al gato.
Sigue, en sus treces, dándome arrebato,
en la frenética cama que revienta
con la bondad mística que acrecienta
el trémulo sonido de un zapato.
A veces sus manos hacen caricias
que embadurnan mi piel con su dulzura
y a todos mis males da sepultura.
A veces sus manos son las delicias
que injertan en mis células frescura
y esculpen bajo mi piel su hermosura.
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